domingo, 6 de noviembre de 2011

¿QUÉ ES LO QUE NOS ENGANCHA A ESTE TRABAJO?


La pregunta que da pie a esta entrada me la he hecho yo muchas veces, pero con una particularidad... tuve la respuesta mucho antes que la pregunta. 

Enfrascado en los muchos servicios, cuando te asalta la sensación de que ese día puede ir mal - más por intuición que por datos objetivos -, y con esa mezcla sin nombre de rabia, estrés, frustración, ganas de mandarlo todo a la mierda, y te puedes parar un solo segundo para mirar a tu alrededor y pensar quien coño te mandó a ti meterte en semejante marrón, resulta que agarras tu fiel trapo atado a tu mandil, revisas las comandas y ves donde está el problema para acto seguido ponerte a correr como un condenado y sacar la comida de las últimas mesas.

En esos momentos es difícil pensar en nada más que no sea acabar con el servicio y salir de la cocina para respirar algo de aire, relajar los músculos y no pensar, sobre todo no pensar.
Porque si lo haces a lo mejor te enfadas con el compañero que no siguió tu ritmo, que se demoró más de la cuenta en su partida, o con el jefe por su forma de tratarte, con el dueño por las condiciones en las que te hace trabajar, o te enfadas contigo mismo porque fuiste tú quien no estuvo a la altura y retrasó todo el servicio.

Ojala situaciones así fueran anecdóticas, pero todos los que nos dedicamos a esto tenemos grabado en nuestra piel días así. Pero creo que son más los que nos mantenemos enganchados a esta profesión que los que la abandonan, y sabe Dios que motivos de sobra hay para dedicarte a otra cosa.

Pero muchas veces antes de que la pregunta me naciera en el estómago tuve la respuesta en otras muchas noches donde el servicio fue como una vals bailado a cámara lenta, donde la orquesta, los bailarines, las luces, el decorado, todo, absolutamente todo era perfecto. Noches donde la satisfacción del trabajo bien hecho se reflejaba en la cara de los compañeros y tú podías sentirte parte de algo importante, algo muy serio, algo que nadie debiera tomarse a broma. Pues con nuestro trabajo miles de personas disfrutan de su comida cada día, y somos sin quererlo participes de las alegrías, de las tristezas, de acontecimientos de la vida de miles de personas que vienen a nuestros establecimientos para algo más que disfrutar de una comida.

Pero la respuesta a esa pregunta es algo más complejo que eso. Al menos como yo lo siento. Lo que me tiene enganchado de la cocina son muchas cosas que todos los que viven esta misma pasión entenderán enseguida:

Me gusta el momento previo al servicio, justo cuando voy notando la adrenalina en mi corazón y sus pulsaciones son el impulso que necesito para correr y servir mis platos. Porque el estrés de un servicio, las comandas acumulándose, los gritos, las prisas, todo eso me encanta, me tiene cogido y más que quitarme vida me la da. 

Me gusta los momentos de preparación, la mise en place, donde uno comparte con los compañeros, donde ríe, cuenta, escucha, vive. 

En la cocina todo se mueve por un mismo fin, el que todo salga perfecto, y como parte de ese engranaje me siento seguro, sé cuáles son mis funciones y en ellas pongo todo lo mejor de mí. Fuera de la cocina todo es mucho más complicado. 

Y cuando acabo cada servicio, esas migajas de satisfacción que con cuentagotas te da esta profesión, son como perlas que me hacen sentir que pertenezco a algo importante, y que mi trabajo está bien hecho.

¿Y puede haber algo que enganche más que hacer las cosas bien hechas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario