martes, 25 de octubre de 2011

UN VIAJE AL INTERIOR

Deben existir tantos viajes como viajeros hay en el mundo. Millones pueden ser los destinos e infinitos los caminos que nos lleven a esos lugares soñados, imaginados o sólo intuidos, lugares nuevos que nos invitan a descubrir algo desconocido de nosotros mismos.
Me cuesta mucho entender a ese viajero que visita nuestras tierras y recala en cualquier restaurante donde los cocineros desempeñamos nuestra labor para que le demos de cenar a las siete y media u ocho de la noche. Esos personajes del norte de Europa o de las British, encantadores ellos levantando el P.I.B. de nuestra cada vez mas yerma tierra, y que a pesar de la distancia son incapaces de renunciar a sus sanas costumbres.
Se me antoja que cuando uno visita un lugar al que no pertenece lo más rápido para establecer contacto con la gente es sentarse a comer, pero a comer como lo hacen ellos, con sus costumbres, con su comida.

Todo viaje que no comience desde el interior es un viaje baldío, todo paso que no se acompase con el latir de nuestro corazón es un paso sin rumbo.

Viajar es abrirse al mundo. Caminar ya es abrirse al mundo. Hoy día viajar es casi perentorio, una obligación más que nos cargan a las espaldas; y hay que viajar a lugares exóticos y repletos de experiencias fascinantes que luego poder contar, para volver cargados de recuerdos, de fotos, de magulladuras.
Esta sociedad nuestra vive demasiado pendiente del cúmulo de experiencias que acabaran por definirte ante los demás, que al fin y al cabo es lo que todos deseamos, ser admirados, envidiados, deseados. Y para ello ves a infinidad de tipos como locos detrás de las experiencias más estrafalarias y extravagantes, una detrás de otra, da igual de lo que sea... porque hay que vivirlo todo, hacerlo todo.

Y luego queremos no parecer unos neuróticos.

Porque admitamoslo, desde que nacemos y hasta que morimos, todos los que por una especie de maldita suerte hemos nacido en un país desarrollado vivimos neurotizados, o narcotizados, o sugestionados, o simplemente que nos dan por el culo cada vez que quieren. Se puede defender lo indefendible con argumentos autoritarios, es cierto, porque eso harán quienes querrán convencernos que este es el mejor mundo posible, y que la mayor expresión de libertad es poder ir a un supermercado y elegir entre veinte marcas de champú distintas. Es cierto, se puede defender lo indefendible.

Pero todo esto tiene un porqué. Ahora que el otoño se nos coló de la entrada de casa hasta la cocina yo me he marchado a las Alpujarras granadinas a pasar unos días.Y lo he hecho con la excusa de dar un curso de cocina vegetariana, para de alguna forma continuar por el camino que me tracé.
Llegue ayer en medio de una borrasca, con lluvia y frío. Subir una carretera de montaña en esas condiciones cuando no se está acostumbrado requiere de mucha atención y precaución, pero tengo que decir que me encantó. Pasar curva tras curva atravesando bancos de nubes es una delicia..
Las Alpujarras tienen para mi un encanto especial. Son varias las veces que he venido y en todas he descubierto algo nuevo, nuevo en lo externo y en lo interno. Porque, ¿de qué sirve un viaje si a la vez que exploras lugares nuevos no te exploras a ti mismo? Alguien dirá: ¡los viajes de placer como el tuyo sirven para desconectar y no preocuparse de nada, eso son fruslerías de un moderno¡. Es verdad, ¿para qué devanarse los sesos queriendo descubrir algo nuevo de si mismo cuando el bufett esta abierto?. Pero todo viaje implica un desplazamiento a un sitio que no es el habitual, donde somos los amos y señores de la rutina. Viajar implica un cambio en el modo en el que miramos lo que nos rodea, nos volvemos más perceptivos, más atentos a todo, más deseosos de descubrir aquello que nos rodea. Y sin ser conscientes de ello nuestro ego juega sus cartas, o se las inventa, y hace trampas y miente, todo para seguir siendo el tipo guay que somos en nuestro mundo diario. Pero cuando en lo cotidiano todos esos movimientos se nos escapan en un viaje quedan algo más al descubierto, y nos volvemos un poco más transparentes. Esa es la ventaja que debemos aprovechar, ese es el momento de descubrir en nosotros mismos las muescas que el ego nos provoca.

La Alpujarras es un enclave perfecto para esto, aquí se puede pasear y meditar, contemplar sin pensar en nada, dejando sólo que el paisaje te atrape. Puedes escuchar el agua y seguirla en su viaje cerrando un segundo los ojos y fluir, no más que fluir. Aquí no hay silencio, pero hay paz.


Como cantara el poeta sólo nos queda caminar, caminar.
En estos días voy a ajustar cuentas con un dolor que va camino de oxidarse, de agrietarse y convertirse en sombra, voy sacar brillo a las espadas de mis ojos para que su filo sesgue las lágrimas que me robó la prisa.
Este tiempo es para mi y quiero a la vez compartirlo con vosotros.
Poco a poco os contaré más cosas de este viaje interior...

Alguien le preguntó al Buda: "¿Qué es lo que tú y tus discípulos practicáis?", y él respondió: "Nosotros nos sentamos, andamos y comemos.". El interlocutor insistió: "Pero cualquiera se sienta, anda y come". Y el Buda le contestó: "Nosotros, al sentarnos, somos conscientes de estar sentados. Al andar, somos conscientes de estar andando. Al comer, somos conscientes de estar comiendo".

domingo, 9 de octubre de 2011

OTOÑO

Me gusta el Otoño, quizás no exagere si digo que junto con la primavera son mis dos estaciones favoritas.
Deduzco de mi mismo que no me gustan los extremos, me siento más cómodo en las zonas grises, en los puntos intermedios; adoro los matices, las sutilezas, las cosas dichas sin decir; amo las pompas de jabón que cantara Machado.
El otoño es una época preciosa en las cocinas.
Ahora emergen de la tierra las setas y las carnes de caza, ahora huele a guiso porque apetece con los primeros fríos un buen plato de cuchara.
Mi tierra es bendita en cuchareo, casi como toda España, pero uno es de donde come, y yo como en este rincón del sur que tanto adoro.

Los guisos de mi tierra son muchos y variados, desde las berzas y potajes, hasta el menudo o el puchero. Degustarlos con un buen amontillado te reconcilia con la vida si por algún motivo estas disgustada con ella.

Me he preguntado muchas veces a mi mismo que es lo que pretendía con este blog, y sin haber encontrado una respuesta clara, creo que lo mejor es dejar de hacerme la jodida pregunta. Esto no tiene una finalidad concreta, y no debe tenerla, no es un blog gastronómico, no cuelgo recetas ni trucos de cocina.
Si cuelgo algo son mis inquietudes, mis dudas y mis deseos. Los sueños de un hombre que de pronto vio un camino en la cocina, nada más.

Con el Otoño también llegan las primera lluvias, las tardes más cortas y una penumbra que invita a la reflexión, a quedarse con uno mismo sin miedo de lo que pueda descubrir. En este otoño se van a conjugar algunas situaciones muy favorables para mí, y lo más agradable es poder disfrutar más pausadamente de mi otra gran pasión, la lectura.
Tengo en mi cabecera dos libros magníficos, uno de ellos demasiado espeluznante para ser cierto. Se trata de "DESPILFARRO, el escándalo global de la comida" donde se pone de manifiesto la barbarie de las industrias alimentarias y sus redes de distribución y comercialización, pero bueno cuando lo acabe volveré a hablar del libro.
El otro es un libro de poesías de un poeta al que he tenido la mala suerte de descubrir bastante tarde. En general la poesía siempre me ha parecido el genero literario más difícil, seguido de cerca por el cuento, y ese respeto excesivo me ha alejado siempre de ella. A lo mejor es uno más de mis complejos, pero bueno, parece que ahora lo estoy superando... o eso creo.
El libro se titula "GANARAS LA LUZ" y su autor es LEÓN FELIPE. Me está haciendo disfrutar más de lo que yo creía, y eso que es el canto de un hombre desterrado, que tuvo que dejar su patria porque como muy bien escribió, venía el lobo... y el lobo llegó...
Ahora me queda disfrutar del Otoño en toda su extensión, paseos por la playa en una mañana apacible y nublada, alguna tapa caliente con un buen vino, la compañía de mi pareja y la dulce soledad del buscador junto a mis amigo de la Nieblina. Todo eso hace que la vida, a pesar de su sin sentido, sea digna de disfrutarse, vivirse, exprimirse.

domingo, 2 de octubre de 2011

EL MEJOR COCINERO DEL MUNDO

Hoy he tenido una sorpresa al leer el dominical de El País. He leído un articulo muy interesante sobre René Redzepi, considerado como el mejor cocinero del mundo, y su restaurante, el NOMA.

Hace pocos días hablaba aquí mismo de mi propensión a criticar y lo poco que me gusta leer periódicos. Pero parece que las noticias relacionadas con la gastronomía me persiguen, lo cual es un absurdo, pues yo no soy el ombligo del mundo y esto que creo que me sucede tiene una explicación mucho más banal.
La gastronomía está de moda, todos los medios que se precien tiene su sección o contratado a algún cocinero de prestigio que les suelte una recetilla con la que conformar a los cocinillas de pro que gustan de darse de entendidos en cocina.
De esto es algo de lo que se queja el mismo René al decir "que donde antes había diez grandes revistas de gastronomía hoy hay 200 bloggers" (y eso incluye a mi torpe y personal blog)
Ahí le ha dado, no cabe duda, a mi siempre me han hecho mucha gracia los entendidos, esos personajes con aire de sapiencia de ultratumba que dictan las opiniones como sentencias creyéndose sabedores de todos los secretos de la cocina, los vinos, el servicio, la carne, el pescado... en fin, sobre casi todo.
Si lo pensáramos un segundo seguro que todos conocemos a alguien así, y está bien, ojo, no lo critico, tan sólo lo padezco, como se padece un resfriado o un dolor de oído.
Pero volviendo al artículo, clarificador en muchos aspectos para quien no conozca el mundo de los restaurantes de prestigio, a mi se me despiertan demasiadas sensaciones y emociones contrapuestas.
La primera es la suerte de todos esos cocineros de menos de treinta años que son admitidos como trabajadores - suerte siempre matizada, pues no creo que nadie les regale nada - en el Noma, y como esos mismos restaurantes se aprovechan de ese entusiasmo para poder acometer su trabajo. No cabe duda de que queda bien en un currículum haber estado en el Noma, en el Bulli, o en cualquier otro restaurante de prestigio.
Luego la honestidad de René tiene un peso importante en toda su argumentación. Es su momento, le ha costado llegar hasta ahí, seguro, olvidémonos quien tiene detrás, siempre hay alguien detrás. ahora está en el número uno, Dinamarca es un destino turístico-gastronómico gracias a él. Yo sólo puedo desearle la mejor de las suertes y que lo disfrute.
Poco podría comentar sobre la cocina que realiza René, salvo que me gustaría probarla, que utilice lo que tiene a mano y quiere aprovechar lo que su tierra le da sin pedirle nada a cambio me parece algo fantástico.
Quizá esté dando una pista importante de hacia donde debe ir la cocina en este próximo siglo.
No sé si mi vida me permitirá ir algún día a Dinamarca, tampoco será algo que me quite el sueño, sobre todo cuando con una copa de palo cortado y una tapa de menudo acompañado de quien me quiere y quiero basta para hacerme feliz.