jueves, 7 de julio de 2011

TRABAJAR O VIVIR ESCLAVO DE UNA NÓMINA?

Daría lo que fuera por que alguien me pudiera contestar a esta pregunta.
Es una pregunta sencilla, pero para la que yo no tengo respuesta.
Trabajar en cualquier oficio y ganarse la vida de una manera digamos que normal, es decir, pudiendo tener las necesidades básicas cubiertas y de vez en cuando emplear algo de dinero o tiempo en algo relacionado con cosas que nos pertenezcan sólo a nosotros es lo que cualquiera podría entender por un TRABAJO.
En estos tiempos de crisis la palabra trabajo se antoja una utopía fantástica, un sueño a realizar, algo tras lo que correr y perseguir como el santo Grial de este nuevo siglo. ¡Que habilidad tienen para metérnosla sin darnos cuenta! Todo este puto sistema, que para ser exactos y justos es una pequeña parte del mundo, está montado para mantenernos sujetos a una rueda de molino que impida que la maquinaria se pare sin importar que se nos sacrifique, se nos explote o simplemente caigamos extenuados con nuestros huesos desechos y el alma vendida por unas míseras migajas que nos ofrecen como lo mejor que el mundo civilizado puede ofrecer. Otra puta mentira que nos tragamos.
No me gusta este sistema, pero eso no me convierte en un valiente capaz de salir de él, no soy más osado ni listo que cualquiera de los que leáis esto, soy un pequeño burro más empujando y a veces, sólo a veces, dejando de dar algún que otro paso sin por ello dejar de estar subyugado.
Siempre he pensado que tengo un alma mística y una mente anarquista, porque nunca en ella anidaron ideas que llegaron para quedarse, sino más bien para pasar y dejar un leve rastro. A veces he pensado que es un defecto de mi educación, pero tras muchos años de búsqueda he dejado de considerarlo una falta para considerarlo una virtud.
Prefiero tener la vasija vacía, pues es entonces cuando puede ser útil.
Mi vasija es mi mente, mi alma, mi corazón, mi espíritu rebosan de sueños, emociones, sentimientos.
Vaya, ya he vuelto a divagar, las ideas se acumulan en mi cabeza mientras escribo y tengo que dejar unas por otras para poder escribir esto. A mi me gusta mi trabajo, no soy un tipo ocioso ni me considero un intelectual, y tampoco he tenido la fortuna o la habilidad de trabajar de una forma menos física, esto es lo que tengo, y me gusta. Pero trabajar para seguir esclavo de este sistema cuyo primer requisito es a su vez ser esclavo y rendir pleitesía a una nómina me parece una barbaridad, una exageración en un mundo tan desmedido donde tan pocos tienen tanto y muchos no tienen nada.
Mi respuesta, que no puede ser la tuya ni la de aquel, es que trabajar es bueno para el espíritu, pero vivir esclavo de una nómina aniquila ese mismo espíritu.

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