domingo, 3 de noviembre de 2013

MI TEORÍA

Tengo una teoría bastante personal y totalmente transferible a quien bien quiera apuntársela, pues nunca pagaría derechos de autor.
Tal hipótesis viene a decir algo así:
"Cuando una persona se sienta en la mesa de un restaurante o en la barra de un bar su intención en un 99,9% es disfrutar de ese momento, lo que sólo deja un 0,01% de margen de error para el local elegido. "
Es de torpes que con un margen de error tan pequeño un cliente abandone un local descontento y sin ninguna gana de volver, por la causa que sea, que pueden ser muchas y variadas, pero suele ocurrir más veces de las que imaginamos.
Partamos de la base de que quien tiene un local no puede pretender gustar a todo el mundo, y que tenga claro cual es el público hacia el que ha dirigido toda su estrategia comercial y su oferta gastronómica.
Pero aclarado este punto que restaurantes y bares dejen marchar a clientes cuando sólo debían esforzarse en un 0,01 % es bastante lamentable.
Las causas pueden ser muchas, y a todos nos pueden venir a la mente varias de ellas, pues que levante la mano aquel que no se ha marchado de un local jurando no volver a pisar su suelo. Y a veces las causas son nimiedades fáciles de subsanar, o aptitudes de personas que más que atender parecen extenderte un formulario burocrático para pedir un plato o una tapa.
Yo por mi parte he de confesar que intento aplicarme mi propia teoría cuando salgo a cenar o a tapear, quiero disfrutar - y disfruto - y aprender de lo que la gente que comparte conmigo profesión, y espero que pasión, puedan enseñarme. Pero tanto yo como mi mujer, camarera y experta en agrado al cliente, no podemos dejar de lado la profesión que amamos y cuando nos queremos dar cuenta estamos observando con detenimiento como nos atienden y como se ha preparado aquello que hemos pedido.


Reconozco nuestra culpa, y el grado de exigencia a veces es alto, pero siempre pecamos de lo mismo: cuando algo no nos gusta no solemos quejarnos. Supongo que porque cuando estamos del otro lado tampoco nos gusta recibir una queja, pero si alguien se nos queja para que corrijamos algo que no está bien deberíamos agradecerlo, porque de algún modo esa persona se interesa por lo que le estas ofreciendo y no tomará la opción más común de no decir nada y pensar que con no volver asunto arreglado.
Si a mi como profesional me gustaría que se me dijese en que puedo mejorar, creo justo equilibrar esa relación y decir cuando actúo como cliente que es lo que no me gusta.
Que nadie me toque mi 99,9% de actitud para disfrutar, pero si algo en ese 0,01% no me agrada me prometo a mi mismo no quejarme, pero si comentarlo con quien proceda.

Salud y buen provecho.

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