Intento recordar si en la tertulia hemos hablado alguna vez de la DISTANCIA, pero mi memoria es caprichosa y selectiva, y de siempre me ha funcionado mejor mi otra memoria, la emocional y sensorial. ¡Y son tantos los temas sobre los que hemos disertado, tantas las palabras usadas, gastadas, manoseadas! Puede que alguna vez lo hayamos tocado en cualquiera de nuestras reuniones, y en cualquiera de los contextos en los que siempre nos hemos movido, es decir, en casi todos. Pero esta distancia de la que quiero hablar es mi distancia, la que yo mantengo con mis amigos, con los bares donde he bebido y tragado sus humos. Una distancia que es a la vez física y emocional, que es terrestre y habita en mares repleto de pecios, una distancia que es como de mesita de noche, malacostumbrada y casi siempre descarada. Yo necesito de la distancia. Es como si para enfocar, ahora que con los años la vista me empieza a fallar, tuviera que forzar a los ojos a alejarse del objeto visible.
Un viejo maestro al que admiro y del que aún sigo aprendiendo dijo una vez que para ver bien a sus amigos era menester alejarse de ellos. Con la distancia uno aprende a echar de menos, a extrañar y estar pendiente de donde dejó los zapatos antes de entrar en la casa de los recuerdos; con la distancia las tormentas del pasado pierden fuerza dejando apenas un rastro de lluvia que limpia las aceras; pero sobre todo, con la distancia uno aprender a desaprender y a desasir lo que una vez creyó suyo. Yo creí durante mucho tiempo que lo más importante de mi vida era la tertulia. Yo asumí un papel que no me correspondía y jugué con unas cartas que no eran las mías. Lo normal es que perdiera la partida.
Pero la DISTANCIA pone las cosas en su sitio más allá del dolor por la perdida, más allá de las cadenas y los fantasmas, y por suerte más allá de nosotros mismos dándonos la oportunidad de comprender que cualquier camino es bueno si elegimos el camino del corazón.
¿Qué tras la distancia se esconden miedos, recelos, incapacidades, frustraciones, mezquindades, llanuras, desiertos, cementerios y un mal vino? Nadie puede negarlo, pero ¿quien vive la vida sin ataduras, sin anclajes mentales, sean conscientes o inconscientes? Nada tiene más valor que la que le aporta su contrario, su pareja, su razón de ser, y que sería la distancia sino la esperanza del reencuentro.
Ese mismo que yo espero con mis amigos, con mi tertulia.
LAS AVENTURAS, DIABLURAS Y TRAVESURAS DE UN COCINERO EN BUSCA DE SI MISMO
jueves, 25 de agosto de 2011
domingo, 7 de agosto de 2011
SOBRE LA CREATIVIDAD
Crear es un verbo interesante, tanto que pensadores y filósofos de todos los tiempos se han detenido en él para escrutar sus secretos. Y yo que soy un simple mortal jugando a convertirse en cocinillas no pretende indagar más allá de lo que mi propia experiencia me dictamina. Algo si tengo claro, todos los seres humanos somos creativos de alguna forma, pues sólo a veces siendo creativos podemos solventar la muchas dificultades que nos plantea el día a día. Pero profundizar en que tipo de creatividad o cuanto de esa creatividad es necesaria no es cosa que yo pueda dilucidar. Si se habla de creación rápidamente nuestra mente hace sus relaciones y la empareja a cualquiera de las manifestaciones artísticas que el hombre ha tenido a bien concebir. El Arte es creación pura, no cabe la menor duda. Y todas las actividades humanas fueron en un principio actividades creativas, imagino que hasta que Henry Ford encadenó al hombre a una cadena de montaje robándole toda su capacidad creativa y de expresión a cambio de un mísero jornal.
Pero lo que quiero expresar aquí son algunas preguntas y cuestiones que atañen a mi profesión, y como la creatividad juega un papel importante en ella. Desde hace bastante años la conocida como cocina molecular, creativa, de fusión y vaya usted a saber cuantos adjetivos más, ha querido convertir al cocinero en una fuente inagotable de ideas, experimentos y creaciones sorprendentes con las que encumbrar un arte de sobra encumbrado.
Ya no basta ser un buen profesional y realizar tu trabajo lo mejor posible. Ahora debes demostrar tu creatividad, como si eso fuera una cualidad que podemos poner en funcionamiento en cualquier momento. Se exigen ideas, y poco importan de donde vengan, lo que implica que muchos cocineros pasen por creativos sin serlo realmente.
Hasta ahora estamos de acuerdo en que la creatividad es muy importante para este trabajo, y se me apuran hasta exigible a cada profesional. Pero seamos realistas, en pocas cocinas se te permite innovar, cambiar, proponer, y que conste que yo sólo puedo hablar desde mi experiencia propia, y no de la de nadie. Lo que impera en estos días de crisis son los recortes de plantilla, el recorte de gastos, ir a lo seguro evitando florituras y gastos innecesarios, lo que conlleva mucho más estres, cansancio, carga de trabajo, etc, etc.
La mayoría de las veces la única manera de poder desarrollar y cultivar tu creatividad es irte de prácticas a restaurantes de cierto prestigio ( odio la palabra "stage") y si tienes suerte poder expresar algo.
Debo reconocer que no lo tengo muy claro, y seguramente se nota al leer todo lo anterior. Pero ante todas mis dudas, mis queridas y amadas dudas, me quedo con una pequeña certeza, y es que la creatividad no es más que la expresión de tu propia personalidad, de tu propio estilo y tu manera única personal de entender no sólo la vida, sino el trabajo y la cocina. Crear un nuevo plato a veces sólo depende de como gestionas tus emociones y les das salida, al igual que un pintor frente a un lienzo o un escritor frente a la hoja en blanco. Frente a unos fogones y unos productos frescos y hermosos un cocinero crea su propio mundo, aunque simplemente cocine un guiso tradicional, pero la diferencia con cualquiera de los guisos hechos de igual forma es que este es de un cocinero en particular y de nadie más.
Pero lo que quiero expresar aquí son algunas preguntas y cuestiones que atañen a mi profesión, y como la creatividad juega un papel importante en ella. Desde hace bastante años la conocida como cocina molecular, creativa, de fusión y vaya usted a saber cuantos adjetivos más, ha querido convertir al cocinero en una fuente inagotable de ideas, experimentos y creaciones sorprendentes con las que encumbrar un arte de sobra encumbrado.
Ya no basta ser un buen profesional y realizar tu trabajo lo mejor posible. Ahora debes demostrar tu creatividad, como si eso fuera una cualidad que podemos poner en funcionamiento en cualquier momento. Se exigen ideas, y poco importan de donde vengan, lo que implica que muchos cocineros pasen por creativos sin serlo realmente.
Hasta ahora estamos de acuerdo en que la creatividad es muy importante para este trabajo, y se me apuran hasta exigible a cada profesional. Pero seamos realistas, en pocas cocinas se te permite innovar, cambiar, proponer, y que conste que yo sólo puedo hablar desde mi experiencia propia, y no de la de nadie. Lo que impera en estos días de crisis son los recortes de plantilla, el recorte de gastos, ir a lo seguro evitando florituras y gastos innecesarios, lo que conlleva mucho más estres, cansancio, carga de trabajo, etc, etc.
La mayoría de las veces la única manera de poder desarrollar y cultivar tu creatividad es irte de prácticas a restaurantes de cierto prestigio ( odio la palabra "stage") y si tienes suerte poder expresar algo.
Debo reconocer que no lo tengo muy claro, y seguramente se nota al leer todo lo anterior. Pero ante todas mis dudas, mis queridas y amadas dudas, me quedo con una pequeña certeza, y es que la creatividad no es más que la expresión de tu propia personalidad, de tu propio estilo y tu manera única personal de entender no sólo la vida, sino el trabajo y la cocina. Crear un nuevo plato a veces sólo depende de como gestionas tus emociones y les das salida, al igual que un pintor frente a un lienzo o un escritor frente a la hoja en blanco. Frente a unos fogones y unos productos frescos y hermosos un cocinero crea su propio mundo, aunque simplemente cocine un guiso tradicional, pero la diferencia con cualquiera de los guisos hechos de igual forma es que este es de un cocinero en particular y de nadie más.
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