Hace unos días me sorprendió leer una noticia en el diario El País. Una noticia curiosa, cuanto menos sorprendente y quizás excesiva para figurar entre las noticias culturales.
Esa es mi modesta opinión, pero vamos con la noticia en cuestión.
Según parece cocineros europeos se han unido para denunciar ciertos abusos cometidos contra ellos en diversas páginas dedicadas a dejar comentarios y criticas a sus restaurantes.
Se denuncia incluso como distribuidores ofertan comentarios favorables por compra de productos, y como hay empresas dedicadas previo pago a inundar dichas páginas con cientos de dichos comentarios.
Leída la noticia volvemos a lo de siempre, es decir, me parece que la noticia está sesgada, que no presenta la realidad en toda su amplitud y que falta algo que el periodista que ha escrito la crónica no se ha preocupado de investigar o simplemente ha obviado.
Yo no uso ninguna de las páginas mencionadas en el artículo, pero no estoy libre de haber escrito comentarios sobre los restaurantes que he visitado. Y no cabe duda de que es demasiado fácil escribir una critica irreal, falsa o malintencionada. Pero lo contrario también. Si eso debiera regularse de alguna manera no es el asunto de mi disquisición, pero prefiero los riesgos de una democracia libre y abierta a la falta de ella.
Que los cocineros se unan para denunciar algo que les puede afectar negativamente es comprensible, que se pueda ejercer presión con un mal comentario es francamente algo deporable y dice más de quien lo realiza que de quien es criticado.
Pero lo que parece desprenderse de toda esta historia es algo tan viejo como el hombre. A nadie le gusta ser criticado, y mucho menos que esas criticas acaben perjudicando a tu bolsillo.
La importancia de las redes sociales en estos tiempos va camino de convertirse en algo desmesurado, algo parecido al teléfono móvil, que ya no podemos vivir sin él. Pero personalmente no creo en la importancia de todo ese movimiento.
Que quienes se vean afectados por los comentarios indiscriminados pidan una regulación de los mismos puede que en vez de mirar hacia afuera hicieran mejor en mirar hacia adentro y tomar mayor confianza en el trabajo que realizan, pues esa es su única y verdadera salvaguarda contra quienes quieran difamarlos, engañar o confundir a otros usuarios.
Cuando apenas levantaba dos palmos del suelo recuerdo una tarde de domingo en la que con algunos amigos fuimos a ver una película, en el cambio de sesión nos encontramos con un conocido que nos advirtió que la película era un tostón insoportable. Dudé en entrar, pero ya teníamos compradas las entradas y vi aquella película. La película me gustó, y es más, me gustó mucho, y pude no tener en cuenta la opinión de aquel amigo que se había dormido durante la proyección.
Desde aquel día, aún teniendo en cuenta la opinión de los demás, prefiero forjar mi propia opinión sobre cualquier aspecto de la vida basándola en mi propia experiencia y en mi libertad de juicio, sea esta acertada o no.
Curiosa noticia, vuelo a repetir.
Buen provecho.