Este país nuestro tan dado a los excesos y a los extremismos padece ya desde hace algún tiempo una tensión que con los días, los voceros de un lado y de otro, las decisiones y presupuestos varios y otras cosas largas y tediosas de enumerara, corre el riesgo de enquistarse o hacerse cotidiana. Lo peligroso creo que es que la tensión acabe en la calle, aunque ya se han visto conatos de violencia policial, que es como decir que el propio estado se rebela contra quienes realmente tienen motivos para estar rebelados.
Tenemos un fantasma soplando en nuestro cogote, una herida en el daguerrotipo de nuestra alma que no se quiere cerrar, porque no se quiere hablar de ella, no se quiere pedir justicia, llamar a las cosas por su nombre.
Soy de los que creen que este país está ya suficientemente maduro para no acabar enfrentado entre si como en aquella triste y cruenta guerra civil. Pero a veces creo pecar de excesivo optimismo, sobre todo cuando paseo mis dedos por el mando de mi televisor y acabo viendo las tertulias de las diversas cadenas de la T.D.T.
Siempre pensé que los versos de Machado estaban difuminados por nuestro cada vez mas maltrecho estado del bienestar, pero sabe dios que una de las dos Españas que ha de helarme el corazón vive y coge fuerza en esas tertulias tan vergonzosas como poco serias.
Espero que salgamos pronto de esta crisis que ya ha dejado de ser económica, que es ya cultural, social, de identidad, de ganas y de coraje de levantar un país que nadie ha podido hundir nunca, y que nosotros mismos hundimos en el agua constantemente. España es el peor enemigo de España.
Pero que voy yo a decir que no hayan dicho Ortega, Unamuno, y otros cientos de escritores y periodistas que con más sagacidad y valentía han dejado al descubierto las miserias de nuestra tierra. Yo soy del Sur, y como tal pienso y siento. Esta tierra es de fatiga y hambre, de sed y de coraje, pero también de alegría y saber vivir, de sabiduría y experiencia. No quisiera verla arrasado por el miedo y la desesperación, no quisiera verla destrozada por personajillos que disfrazándose de políticos hacen más daño que bien.
¿Que la política goza de poca popularidad entre el pueblo? ¿Qué los sindicatos no gozan de la simpatía de los trabajadores? ¿Que la patronal es denostada y maltratada por los trabajadores?... ¿Pero de verdad hace falta responder a estas preguntas?... ¿Yo que como la mayoría sobrevivo con un sueldo escaso y encima he de estar agradecido por tener empleo?...
No decidan lo que es mejor para mi, por favor. No legislen como si quisieran salvarme la vida, porque de sobre sé que mi vida les importa una mierda, igual que a todos esas multinacionales que se gastan miles de millones en publicidad para que consuma sus productos.
Yo sólo quiero poder desarrollar mi vida en toda su plenitud, no dejando nada fuera, no sea que piensen que lo que quiero es una vida fácil, que para eso me habría hecho funcionario y una parte la tendría resuelta.
Quiero tener mis días llenos de un millar de cosas, quiero sentir lo bueno y lo malo sin juzgar ni acordarme de mi educación católica, quiero disfrutar de mi gente y quiero hacer de este mundo un lugar mejor de lo que era cuando yo llegué. Primero por mi y luego por mi hija. Y para eso no necesito de sus leyes, ni de sus gobiernos, ni de su palabrería ni sus mentiras.