domingo, 29 de julio de 2012

A VISTA DE PAJARO

Siempre he pensado que es difícil fijarse en los detalles cuando uno vuela demasiado alto.
 La primera vez que vi la tierra desde un avión - que por cierto era militar - tuve la sensación de poder abarcar toda la tierra con solo mirarla, pero lo que veía era difuso y demasiado grande para mis manos, que nunca quisieron ser grandes.

Pero hoy se me antoja hacer un vuelo de pájaro, una visual desde las alturas con la intención de perderme los detalles. Quizás porque los detalles, donde está todo lo que importa, sea demasiado duro para frivolizarlo o analizarlo en la entrada de un blog.
Sin contar que no tengo autoridad ninguna en la materia, ni titulo universitario que me ampare, ni nada salvo mi propia existencia, mi propia vida llena de experiencias con las que he conformado mi mundo.

Este pájaro que comienza su vuelo lo hace despegando desde un árbol quemado en un incendio, un árbol que formaba parte de un bosque que hoy es sólo ceniza y recuerdo. Abandono subiendo para alcanzar altura y alejarme del olor a muerte que se respira, del humo que axfisia y el dolor callado de los que no pueden llorar.
Cuanto más me elevo más parece que el aire se vuelve respirable, pero llegan gritos y quejas, mareas de gentes que han salido de sus casas, de sus vidas amenazadas para defender lo que creen que es justo.
Esos gritos vienen de la calle, la misma calle que nunca podrá ser de los estados o de sus gobernantes, ni de su policía o sus ejercitos. La calle es y sera siempre del pueblo.
Son miles los cabreados tan solo por unos pocos políticos que creen que hacen lo que tienen que hacer sacrificando el bienestar de un país por un futuro mejor.
Futuro es una palabra que no inventaron los vientos, que no existe cuando se extienden tus alas y sólo tienes por delante la inmensidad del cielo. Futuro es la excusa de siempre, y por la que siempre te andan jodiendo el presente.

Pero según asciendo el ruido va acallándose, y apenas se distingue a las personas. Se han vuelto una mancha oscura, como un ser vivo gigantesco al que le costara moverse. Es entonces cuando quienes nos gobiernan a la luz y en la sombre toman sus decisiones. Cuando no importa recortar derechos, suprimir ayudas o subir impuestos, después de todo no se lo estas haciendo a alguien que conozcas, para ellos son solo medidas que tomar. Yo aún no he llegado a esa altura.

Mi vuelo busca encontrar una corriente de aire que me haga ascender un poco más sin el esfuerzo de tener que batir mis alas, sólo quiero alejarme lo suficiente para perder cualquier perspectiva.
Dejarse llevar por esa altura es fácil, toda inmensidad, todo abismo tiene algo de hipnótico que hace que si no sujetas corto a tu espíritu este quiera dar un salto mortal al vacío. La sensación de libertad es extraordinaria, y conceptos que con los pies en el suelo tenias claro ahora parecen pura palabrería.
¿Qué es la vida y la muerte a esa altura? ¿Qué es lo que esta bien o mal cuando nada parece poder tocarte? Cuando de tus tripas sube un poder que amenaza con hacer saltar tus dientes.

A esa altura no es fácil llegar, y no son muchos los que lo consiguen.
Pero demasiados son los que creen que están allí arriba, los que desde esa posición gobiernan y toman decisiones alejados de la realidad, de la tierra, de cualquier humanidad.
Hace frío a tanta altura. Y la soledad tiene un regusto amargo, a pesar de no cambiarla por nada.
En esa frontera entre el azul de nuestro cielo y la inmensa oscuridad del espacio no llega ningún ruido que moleste a nuestra alma, un alma que desprovista de sus trampas es un puro trampantojo en manos de nuestro verdadero ser.

Allí creí encontrar a los mercados, a los estados y a sus gobernantes, a la economía y todas sus lindezas. Yo creía que alejado de toda cotidianidad, de las personas que forman el esqueleto de todo lo anterior, encontraría alguna respuesta... pero allí no hay nadie.

Mi vuelo acaba en un descenso brutal, enfadado conmigo mismo y con mi ingenuidad. Creía que quienes estaban tomando todas estas decisiones que tanto afectan a la vida común de todos nosotros estarían allí arriba, disfrutando de esa posición casi de dioses, y que en su olimpo particular sus designios, aunque insondables para nosotros, tenían detrás la sabiduría que da estar por encima de todo.

Pero no es así. Y bajo rasgando con mis alas el estúpido sueño de los inocentes. Ahora se un poco más de la verdad, y no quiero seguir tragando esa verdad, ni la suya ni la de nadie.

Buen provecho.