sábado, 21 de enero de 2012

UN NUEVO COMIENZO

Acaba de empezar el año y cuando retomo este blog el primer mes del año está dando sus boqueadas. Si soy sincero conmigo mismo, ejercicio que procuro hacer a menudo, tengo que admitir que ha sido pura vagancia y dejadez. Pero que conste que esos dos adjetivos no me califican, más bien se deben a circunstancias por las que me he dejado arrastrar. Y lo curioso es que he tenido tiempo de poder poner al día este blog, de poder dedicarle mas cuidado y cariño.
No ha sido así. Y no me pienso perder ningún pensamiento más en semejante cuestión.
He pasado las fiestas en casa, pues desde que terminé mi última relación laboral no he buscado trabajo. Me he tomado hasta el momento unos tres meses de descanso. Descanso en cuanto al trabajo remunerado me refiero, porque uno nunca deja de hacer algo, sea lo que sea.
Este tiempo me ha servido para recuperar algunas cosas que tenía pendientes, entre las que no estaba incluido este blog, como es obvio. He retomado mi escritura, terminando algunos textos pendientes, entre ellos un cuento que le estaba escribiendo a mi hija y que por fin he podido regalarle. He leído, sin rebuscar el espacio para hacerlo; he cocinado, sin las prisas de un servicio en un restaurante; he disfrutado de la compañía de las personas que amo, sin tener que mirar el reloj y pensar en lo que me queda por hacer.
Creo que todo eso son cosas que le dan sentido a la vida, por lo menos a la mía. Siempre he pesado que uno ha de trabajar para vivir, y no al contrario. La pega, yo la digo, la cocina y la hostelería en general es un trabajo que absorbe demasiado a las personas, que las exprime y las deja sin tiempo, sin posibilidades. Yo lo asumo, y eso no me hace amar menos mi trabajo, pero tampoco soy ciego ante los problemas que conlleva.
tampoco es menos cierto que a estas alturas estar inscrito en las listas del paro me produce cierta ansiedad, más si las noticias sobre la situación económica que se escuchan a diario son tan desoladoras como preocupantes. El primer pensamiento que te asalta es cuando volverás a encontrar trabajo, si ta veras forzado a agotar la prestación por desempleo, si el estar demasiado tiempo parado no te hará quedarte ya fuera del mercado laboral.
Yo sé que nada de esas preocupaciones son reales, que todo son inseguridades y miedos reflejados en la situación que vivo ahora mismo. Son proyecciones de un futuro que nadie conoce, y lo que no conocemos nos da miedo, eso es parte de nuestra herencia no superada aún, de nuestra biología animal, de nuestros instintos primarios de supervivencia.
Mi realidad es que no pudiendo evitar la leve ansiedad que me produce estar parado, estoy en un pequeño paraíso donde una parte mayor de mi tiempo me pertenece, y soy yo quien decide que hacer con él. ¿Que tengo menos ingresos? Sí, pero, ¿ cuánto vale una hora de nuestro tiempo, un tiempo que no queremos vender, que es para nosotros y quienes queramos? La respuesta es que no tiene precio. Tras lo cuál se deduce que, siguiendo mi propio silogismo, tengo suficiente dinero para intentar vivir una vida plena.
Pero que nadie se asuste - y sobre todo yo - porque no pienso quedarme en esta situación demasiado tiempo. A mí me gusta mi profesión y aún no contemplo prescindir de ella.
Lo que si me voy a prometer, y no como uno de esos deseos de año nuevo, es que a partir de hoy mi implicación en este blog va a ser mucho más activa.
Porque adoro escribir, cocinar, amar, soñar, vivir, sobre todo vivir.